El crudo testimonio del director del Materno-Infantil de Salta: “La ley no fija límite al aborto, me llegan consultas de 28 semanas”

27-03-2021 Formosa

Su crítica apunta a la falta de plazos en la ley, una omisión que legaliza de hecho el aborto hasta el último día de la gestación. 

Federico Mangione asegura que ya no dan abasto por la demanda de legrados y la falta de plazos: “Después de la 11a semana, hay que desarmar el feto. Una interrupción legal del embarazo la puedo hacer hasta la semana 38. Lean bien la ley. Les pido a los jueces que por favor hagan algo”

“Me están saturando el hospital -dice el doctor Mangione-. Hemos hecho desde que empezó la ley hasta ahora 42 intervenciones y en los centros de salud, donde hicimos la interrupción del embarazo en forma farmacológica, ya hicimos 120, del área operativa que a mí me corresponde”.

Federico Mangione es cirujano pediátrico, dirige el Hospital Materno Infantil de la ciudad de Salta desde fines de 2019 y, vale aclarar, no es un opositor a la legalización del aborto. Su crítica apunta a la falta de plazos en la ley, una omisión que legaliza de hecho el aborto hasta el último día de la gestación. Algo que los promotores de la norma se cansaron de negar. De hecho, lo acaba de reiterar el INADI en el pleito de su interventora, Victoria Donda, con la ex diputada y referente celeste Cinthia Hotton.

Sin embargo, como lo demuestra la práctica, el Inadi miente: la Ley habilita el aborto legal a lo largo de todo el embarazo en las causales de violación o de riesgo para la vida o salud de la madre, entendiendo por salud la física, psíquica o social. Es decir, un abanico de motivos amplísimo.

En diálogo con el periodista Gerardo “Bafle” Montaldi de Radio 90.1 FM VOS de Salta, Mangione fue muy directo, brutal incluso, como para que no queden dudas: “Si vos leés la ley en detalle, voy a ser muy duro, no tiene ni siquiera fecha de corte, de límite digamos. Si yo hago una interrupción legal del embarazo la puedo hacer hasta las 38 semanas. Lean bien la ley”.

Para los legos en la materia, el médico explica en qué consiste una interrupción del embarazo a esa altura de la gestación: “Ya me llegaron consultas de 28 semanas. A eso le induzco el parto y cuando sale el chico está con vida. ¿Qué hago? ¿ Quién le va a meter una puñalada? ¿Nadie lo va a atender? Ahí me meten preso porque hago abandono de persona. Eso no está en ningún marco legal”.

Sin temor a escandalizar, y dispuesto a enfrentar las eventuales consecuencias de sus dichos, Mangione lo pone en los términos más duros y directos posibles, seguramente para que las autoridades -de todos los poderes- tomen conciencia de lo que trae aparejado esta ley: “Después de la 11a semana, tenemos un período de osificación del feto. Si yo hago un aborto, voy a ser crudo en esto, tengo que desarmar el feto. Ese feto se rompe en hueso y cartílago. Para poder sacar lo que es el famoso legrado se convierte en una gilette. Rompo el útero, rompo el tejido y termino dejando a una chica de 20 años con la imposibilidad de ser madre de por vida. ¿Estoy cuidando a la mujer ahí? me pregunto. Lo voy a decir porque si me van a sacar que me saquen, porque estoy diciendo la verdad y no porque estoy mintiendo”.

Como se ve, una realidad muy alejada del “fenómeno”, la “larva”, el “amasijo de células” y otras definiciones del debate en el Congreso en torno al aborto, que quedarán para la historia del disparate. O de la infamia.

“No estoy en contra de la ley -aclara por su parte el director del Materno Infantil salteño-, estoy en contra de la ley mal hecha. Seamos criteriosos, quiero cuidar a la mujer, trabajo para eso. (Pero) la igualdad se busca de otra manera, no haciendo una ley para buscar votos y para justificar lo injustificable. Estoy firme en lo que estoy pensando y lo que digo”.

Por eso su apelación a que la justicia intervenga en el tema: “Les digo a los jueces que por favor tomen la bandera como corresponde y hagan algo y lean bien esto para ver qué es lo que van a hacer porque nos va a ocasionar muchísimos problemas a todo el grupo médico”.

“Esta ley se hizo para juntar votos y no en sentido puro y exclusivamente para cuidar a la mujer. Si uno quiere cuidar a la mujer para que tome sus decisiones hagamos bien las cosas. Yo no estoy en contra de eso”, reitera.

Generalizada objeción de conciencia

La otra problemática que enfrenta es la de la objeción de conciencia, mucho más extendida de lo que seguramente imaginaban los legisladores que con bastante liviandad votaron una ley que otros -los médicos- deberán aplicar. Recordemos que, durante todo el debate en torno a la legalización del aborto, tanto en 2018 como en 2020, no se permitió la difusión de imágenes ni de detalles de cómo se realizan estas “interrupciones” del embarazo en sus diferentes etapas: mejor no saber. Es decir, que los diputados y senadores legislaron sobre una práctica de la que prefirieron no conocer los detalles.

Ahora las consecuencias las deben enfrentar los médicos y un sistema de Salud ya tensionado por la crisis socio-económica y por la pandemia.

“También tengo el problema de los hospitales del interior que también me los están derivando (los abortos) porque son todos objetores -dice el doctor Mangione-. Me están saturando el hospital y no es cuestión de plata sino de recursos humanos. Acá (en el Materno Infantil) tenemos 3 personas que no son objetoras y sinceramente ya están agotadas”.

Por si hiciera falta, recuerda que la función de su hospital no son los abortos; algo obvio, pero que las autoridades y los legisladores no parecen haber tenido en cuenta. Además de que deben atender esta nueva demanda con el mismo presupuesto.

“Hace rato que vengo advirtiendo que el Materno no es un centro operativo para hacer legrados -dice Federico Mangione-. El Materno tiene que cubrir muchísimas patologías muy grandes que son importantes para la salud en general. Nos están mandando de la parte privada (los abortos) entonces ahora me estoy juntando con todos los gerentes de las prepagas para decirles ‘muchachos, por favor les pido, vean ustedes cómo está la situación y no me vengan a decir que son objetores porque me están ahogando en mi sistema’.”

Finalmente, Mangione apunta a otro problema, que tampoco los políticos han tenido en cuenta. O que parecen creer que se arregla mágicamente. Contra el argumento de los promotores de la legalización, el aborto legal no disminuirá los embarazos no deseados ni las enfermedades de transmisión sexual, al contrario, dado que opera como un reaseguro, como una anticoncepción de segunda instancia, que relaja los cuidados. “Esto también necesita educación sexual, a los papás les digo que abramos un poco la cabeza, porque es lo que se viene, lo que hay -advierte Mangione-. Con esto van a aumentar los casos de HIV, ya están aumentando los casos de hepatitis B y los casos de sífilis porque no se le está metiendo en la conciencia de los jóvenes...eduquemos como corresponde. Una vez que eduquemos busquemos todas las leyes que le hagan bien a la mujer.”

La misma advertencia había hecho el ex secretario de Salud del municipio de General Viamonte, Santiago Catalán Pellet, quien renunció al cargo tras la legalización del aborto, ya que, como funcionario no puede acogerse a la objeción de conciencia. Además de denunciar que se está promoviendo el aborto como “una práctica común y corriente y como un método anticonceptivo”, advirtió que una consecuencia de la legalización será “un mayor descuido de la contracepción”. Ya sucede, asegura. “De hecho, la sífilis se ha triplicado porque no se usa el preservativo”. En base a su experiencia, Catalán Pellet sostiene que la información no basta para desarrollar una conducta responsable. “En la encuesta previa al pedido de aborto, el cien por ciento (de las solicitantes) afirma haber recibido información sobre anticoncepción. Es el fracaso de la educación sexual. El mundo se cansó de repartir anticonceptivos. Lo que modifica las conductas son los valores: qué soy, qué quiero ser, qué proyecto de vida tengo”.

INFOBAE

 

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