Formosa, 3 de noviembre de 2024
Charlamos con Magela Demarco, autora de «Un pelo de monstruo», un libro que reflexiona sobre el bullying o acoso escolar. ¿El plus? Está acompañado de una guía de actividades para trabajar en el cole.
Esta es la historia de Joaquín, un nene que no quiere ir al cole nuevo. Un compañero, Vicente, le pega “coquitos” en la cabeza. Su mamá y su papá lo saben, pero no le dan la solución que él necesita. Entonces él imagina un modo de empoderarse y volverse un monstruo verde y gigante que «bruge». Este cuento infantil, Un pelo de monstruo (de la editorial La Brujita de Papel), creado por Magela Demarco e ilustrado por Martín Morón, es una oportunidad para hablar del bullying o acoso escolar en las escuelas y en los hogares.
Magela, autora de libros infantiles de gran reconocimiento y originalidad como Un papá con delantal, Palabras semilla, Medio/ambiente, Oficina para cambiar el mundo, Un papá intermitente, Mi amigo el mar, entre otros, aborda en su obra temas actuales que las familias y las infancias atraviesan con preocupación. Los libros están acompañados de una guía para trabajar en el cole: en este caso, elaborada por la Lic. en Educación y terapista holística Ivana Rugini.
Charla con Magela Demarco: «No es posible salvarse solo»
¿Por qué, esta vez, te interesó abordar el tema del bullying?
– La problemática del acoso escolar, la burla y la discriminación ocurren desde siempre, solo que siento que hoy las niñas y los niños que están pasando por esta situación no tienen un lugar donde resguardarse, donde estar a salvo al menos por un tiempo. Con esto de las redes sociales, el acoso puede ocurrir las “veinticuatro horas al día” desde el celular. Nos enteramos por los diarios y los portales de casos de adolescentes que se han quitado la vida por sufrir y ser blanco de burlas, acoso, discriminación y violencia.
Son problemáticas que me movilizan y me angustian. La infancia es una etapa de mucha vulnerabilidad y la adolescencia también. Supongo que por eso varias de mis historias van por esos carriles. Intento sumar mi granito para que las y los chicos puedan hablar, puedan ponerle palabras a los silencios. Que puedan expresar las cosas que les duelen y los angustian, que no se queden callados/as. Porque muchas veces no le cuentan nada a su familia ni a sus amigos. Y cuantas menos personas sepan, se torna más complicado poder enterarse para luego poder ayudar.
¿Cómo surge la idea del monstruo en esta historia del bullying?
– Esta historia nació cuando Tobías, mi hijo, empezó la primaria y un compañerito le pegó. En la práctica lo que hice fue hablar con la madre del nene y comentarle lo que había pasado. En mi caso, prefiero manejarme directamente con la madre/padre del nene con el que surgió el conflicto. Me parece más directo y más práctico no tercerizar. Al igual que si Tobías llega a hacer algo que lastima a alguien, me gusta que vengan y me lo digan. Es una de las vías que las madres y los padres tenemos para enterarnos de actitudes y comportamientos que pueden llegar a tener nuestros hijos, para así poder hablarlo con ellos y que puedan darse cuenta y rectificar si hicieron algo que no estuvo bien. Como en todo. No todas las madres y los padres se hacen cargo, algunas/os son muy negadores. Pero eso ya está fuera de mi alcance…
Y la idea del monstruo vino a mi cabeza cuando me puse a pensar: “Si yo fuera chica, qué podría hacer, qué cosa podría pasar para detener esa situación de violencia”. Y ahí apareció el monstruo verde gigante con dientes filosos, que “bruge” -porque así como los gatos maúllan y los perros ladran, los monstruos brugen-, pero que no es nada violento, todo lo contrario, que ayuda a Joaquín a empoderarse y poder resolver el conflicto.
¿Qué valor tiene la creatividad en el niño del cuento que tiene que enfrentar el acoso escolar?
– Personalmente, creo que la imaginación y la creatividad nos salvan de muchas cosas, porque nos permiten ir “más allá” de lo que vemos, de lo concreto, de un estado de situación determinado y ver posibilidades nuevas, inexistentes hasta ese momento. Su imaginación y su creatividad hacen que Joaquín, el protagonista, relacione ese mechón verde en el pelo con la posibilidad de estar transformándose él mismo en monstruo. Y eso cambia su manera de pararse y enfrentar a Vicente, que lo estaba acosando, cuando le decía: “galletitas o coquito” (golpe en la cabeza).
¿Qué mirada tenés sobre el rol de las docentes frente al bullying? Porque en el cuento aparece un reclamo de falta de atención…
– El cuento le pone un poco de humor a la forma que tiene esta maestra de relatar las notas en el cuaderno, en diminutivo, así como también le pone humor en el consejo que el padre le da a Joaquín, quien en lugar de incentivar la palabra le dice que le devuelva la acción violenta. Más allá de eso, creo que las docentes hacen un trabajo inmenso todos los días conteniendo a las y los chicos que vienen con tantas necesidades, de todo tipo. Ellas -al estar varias horas en la escuela- son quienes muchas veces se dan cuenta antes que los padres y las madres que algo les está ocurriendo a las y los pequeños. Me saco el sombrero por su amor y dedicación. No cualquiera puede ser docente. Y tampoco cualquiera siente ese amor por las infancias como para querer elegir esa profesión, que te implica un poner el cuerpo y una entrega inmensa y no te retribuye en lo económico de igual manera.
Muchas veces siento que a las docentes se les piden cosas que no hay en las casas. Por eso me parece importante mirar un poco hacia adentro en lugar de estar poniendo la responsabilidad en el afuera.
Y supongo que también me interesó mostrar que a veces las madres y los padres damos consejos desde nuestra mirada adulta, a veces un tanto estructurada, anquilosada, que a nuestras hijas e hijos no terminan de servirles ni de ayudarlos. Y que por lo tanto es necesario que dediquemos tiempo a pensar y repensar nuevas y diferentes formas de abordar estas problemáticas, estos conflictos.
Ahora, hablando de “acoso escolar” es fundamental la participación activa de la o el docente para poder cortar/detener esa situación de acoso. Y también se torna muy importante la participación activa de las y los compañeros de la niña o del niño que está siendo acosado, burlado o discriminado. Es importante trabajar en esto de no mirar para otro lado ni hacerse el distraído o la distraída cuando hay alguien que la está pasando mal. Porque hoy le pasa a otro/a, pero mañana nos puede pasar a nosotros/as. Así como se enseña a sumar, leer y restar, también es importante educar en la empatía. No lo digo yo esto de la “participación activa” de las dos partes mencionadas, lo dicen psicólogas y psicólogos especializados en estas problemáticas.
Mi mamá es profesora de geografía, jubilada. Vi en primera persona todo lo que ella trabajaba, se capacitaba, el tiempo que le dedicaba a corregir parciales y a preparar sus clases. Me entristece mucho que estén tan mal pagas y que en algunas partes sus salarios estén por debajo de la línea de pobreza. ¿Qué país puede mejorar si sus docentes, sus médicos/as están mal pagos como ocurre hoy en la Argentina?, ¿si no se las y los respeta como se debe? ¿Si no se les brindan las capacitaciones necesarias?
¿Qué mirada creés que aparece sobre la posibilidad de que acosador y acosado finalmente puedan acercarse y hasta ser amigos? ¿Creés que esta reparación es posible?
– Creo en esa posibilidad. De hecho, es muy probable que el niño, la niña o el adolescente que se burla o acosa a un compañero/a también esté vivenciando situaciones de violencia y, por lo tanto, repitiendo modelos naturalizados en su hogar o manifestando con estas conductas discriminatorias formas de llamar la atención frente a alguna situación puntual de conflicto por la que está atravesando. Poder ponerse en el lugar de ese otro de esa otra es muy importante y te diría sumamente necesario.
Estamos atravesando como país un momento de mucha violencia discursiva, mucho individualismo, mucho cinismo, mucho creer que nos salvamos solos, sin tomar en cuenta el contexto, sin tomar en cuenta a los demás. No es posible salvarse solo/a. Lo que ocurre en lo social nos afecta de forma directa. Estamos interrelacionados. No existe eso de salvarse solo/a. Si vos tenés una heladería y empiezan a echar de sus trabajos a toda la gente que vive cerca, en poco tiempo vas a tener que cerrar vos también tu heladería porque no vas a tener público a quien venderle tus helados. Así de simple y de sencillo. Y más allá de eso, el dolor del otro/a no me puede ser ajeno, no me debe ser ajeno. No podemos perder nuestra humanidad. Si perdemos eso, perdemos todo y perdemos todos.
¿Dónde conseguir el libro?
Podés conseguir el libro «Un pelo de monstruo» en muchas librerías de todo el país, pero también en la tienda oficial de su editorial, La Brujita de Papel, o en la página web de su autora, Magela Demarco, donde podrás conocer más sobre su recorrido literario y explorar todos sus libros. Sale $7800.
Más info: magelademarco.com.
Fuente: Somos OhLalá