Formosa, 23 de enero de 2024
Si bien es poco prevalente -menos del 1% de los diagnósticos- el cáncer de mama en varones existe y en la mayoría de los casos el diagnóstico es tardío porque no existe conciencia de que puede suceder. El informático Luciano Martins (45) atravesó por la enfermedad y pasó un año y medio con síntomas hasta que hizo la consulta.
Especialista en threat Intelligence (inteligencia de amenazas) y respuesta ante incidentes informáticos, Luciano Martins atravesó un cáncer de mama y señaló a Télam-Confiar que estuvo «un año y medio con síntomas» pero jamás sospechò que «podía ser eso», algo que según especialistas es «común» ya que no existe conciencia en la sociedad sobre que esta enfermedad puede afectar también a varones lo que lleva a muchos diagnóstico tardíos.
En 2021 Luciano, hoy de 45 años, hizo uno de sus tantos viajes por trabajo y se sacó una foto en la playa donde notó, por primera vez, que tenía «una línea sobre el pezón derecho».
«Unos meses después se empezó a hundir el pezón, pero como yo estaba gordito (pesaba más de 100 kilos) pensé que era por eso. Un día me di cuenta de que tenía una costra sobre ese pezón hundido y ahí decidí consultar», recordó a Télam-Confiar.
En ese momento, Martins ya era un «crack» de la informática, había viajado más de 1.3 millones de millas (que sería algo así como 16 vueltas completas alrededor de la tierra), conocía muchas culturas, y era padre de Victoria (16), Catalina (11) y Pedro (7) pero -como la mayoría de las personas- desconocía que los varones podían tener cáncer de mama.
«Estuve un año y medio con síntomas pero jamás sospeché que podía ser cáncer de mama», reconoció.
En efecto, la prevalencia de esta patología en varones es muy poco frecuente: se estima que menos del 1% de los cáncer de mama diagnosticados son en hombres.
«La consulta tardía es común en hombres diagnosticados con cáncer de mama. Esto resulta en una presentación tardía de la patología y por ende puede llevar a un peor pronóstico», señaló África Piñeiro, médica especialista en diagnóstico por imágenes con subespecialidad en imágenes e intervencionismo mamario.
Y continuó: «Las razones para esto incluyen la falta de conciencia sobre la posibilidad de que los hombres también pueden desarrollar cáncer de mama y, además, hay estudios que mencionan también que los hombres no consultaban debido a que sienten vergüenza por tener síntomas en la mama».
Los síntomas son, precisamente, muchos de los que mencionó Luciano: bulto o engrosamiento sin dolor en el tejido mamario; cambios en la piel que cubre la mama (hoyuelos, arrugas, enrojecimiento o descamación); cambios en el pezón (también enrojecimiento o descamación); hundimiento de pezón y secreción.
Fue frente a esta última alerta que el informático sospechó que algo no estaba bien y decidió consultar: «Fui a una guardia lo más tranquilo y cuando me revisaron inmediatamente me mandaron a hacer una mamografía; la recepcionista me trató muy bien pero se mostró sorprendida, eran todas mujeres las que esperaban. Ese mismo día me mandaron a hacer una eco mamaria», recordó.
A las horas le dijeron que tenía un tumor de tres centímetros: «Hay que ver si es bueno o malo, hay que hacer una punción, vení mañana. Pero no te preocupes, va a estar todo bien», le dijo Flavia Goluza, la especialista en imágenes.
«El resultado estaba en quince días; yo soy súper positivo pero mi esposa Luciana, el resto de la familia y amigos estaban preocupados. Cuando por fin llegó el diagnóstico supimos que era malo. La buena noticia era que se trataba de un tipo de cáncer muy común», contó.
A partir de allí comenzó el tratamiento: «Fuimos con la mastóloga Cristina Noblía que me indicó hacer primero quimioterapia y después sacar el tumor. Hice cuatro sesiones de una quimio fuerte y después una más liviana», describió.
Para Luciano es importante destacar que «en el imaginario la quimioterapia se asocia con la persona en una camilla, demacrada, y no siempre es así; por supuesto que cada persona es un universo, hay quienes hacen quimio y están así porque la enfermedad estaba más avanzada o porque su cuerpo resiste menos, pero también hay personas que transitan este tratamiento sin estar tan mal».
Y continuó: «En mi caso, yo me sentí bien pero también estuve muy acompañado por el equipo médico (con la oncóloga María Florencia Guerra a la cabeza) que supo brindarme medicación para que no sienta tanto los efectos, a la vez que asesorarme sobre cómo tenía que comer porque se necesita una alimentación muy buena para tener energía».
Ese tránsito bueno por el tratamiento incluyó, no obstante, la alteración del gusto (como si fuera metálico), largas horas en el hospital de día (ya que la medicación de la quimioterapia se pasa por vía intravenosa) y la sensación de estar más cansado que lo habitual.
«Un día mientras me bañaba vi que se me estaba cayendo el pelo, entonces decidí pelarme. Compré una máquina y le dije a mis hijos que me pelen. Traté de que esta situación, que en muchos casos es traumática, la podamos transitar sin dramatismo», describió.
Aunque insistió: «No quiero decir con esto que sea una pavada, pero sí que hay algo en la forma en la que una se toma la enfermedad que hace que se pase mejor o peor; obvio que eso depende de un montón de factores: cómo se siente la persona, qué recursos económicos tiene, etc.».
«Luego -continuó- vino la cirugía que salió muy bien. Además del tumor me quitaron 19 ganglios. La recuperación fue lo más molesto porque me pusieron unos tubos para que drene. Como el tumor había sido de tres centímetros y había tocado la piel tuvieron que hacerme luego rayos por prevención».
Luciano contó que cuando pasó la primera tanda de quimio el pelo volvió a crecer; el gusto metálico tardó un poco más pero también se fue: «Cuando volví a sentir sabores me comí todo. Engordé bastante, como 10 kilos. Pero en un momento sentí que lo que me había pasado tenía que servir como alerta para cuidarme y empecé una dieta que me permitió adelgazar. También mejoré la calidad de sueño, porque antes me quedaba a la noche trabajando y ahora ya no lo hago», indicó.
En su caso, el único factor de riesgo que presentaba era obesidad; otros factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama en varones son la edad (se da con más frecuencia después de los 60 años); la exposición a estrógenos (por ejemplo quienes toman por cáncer de próstata esta hormona); antecedentes familiares de cáncer de mama; síndrome de Klinefelter (un síndrome genético que ocurre cuando un niño nace con más de una copia del cromosoma X); enfermedad hepática y enfermedad testicular.
«Para mi es importante contar lo que atravesé por dos motivos: el primero porque no se sabe tanto que los varones podemos tener cáncer de mama; el segundo es para mostrar que el cáncer no es sinónimo de muerte ni de estar mal, que cada persona lo pasa de forma diferente y que hay que dejar de tratarlo como un tema tabú», concluyó.
Fuente: TELAM.